¿Qué los animales no tienen sentimientos?
La dóberman, preñada, fue rescatada durante un incendio por ese bombero que entró en la vivienda en llamas, la tomó en sus brazos y la puso a salvo en el exterior, para después continuar con las labores de extinción del fuego. Acabado su trabajo se sentó a descansar y la perra, al verle, se acercó a él y comenzó a besarle como haría con sus cachorros: ofreciéndole todo el amor que a su modo, conmovedor y de una sinceridad indescriptible, fue capaz de entregarle. Un fotógrafo que se encontraba allí plasmó ese episodio, mágico por la casualidad de inmortalizarlo que no por lo excepcional de los sentimientos que alberga y ocurrido en Charlotte, una localidad al norte de Carolina en EEUU.
Las manchas visibles en ambos animales, el humano y el que no lo es, constituyen la memoria gráfica del dolor y del miedo vividos en los minutos anteriores, un temor que afortunadamente no se tradujo en renuncia. El gesto de profundo cansancio de ese hombre no alcanza a encubrir su expresión de felicidad. El lametón de la perra, tal vez limpiándole, acaso acariciándole, pero seguro que agradeciéndoselo, habría conseguido que Darwin llorase de alegría cuando trataba de explicar que los animales sienten emociones. Y la historia que esconde esa décima de segundo eterna puede abrir un mundo nuevo a los sentidos y a las actitudes de todos nosotros.
Palabras del fotógrafo:
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